jueves, 28 de abril de 2011


RELATO CINCO  (12-4-2011) POR MIA


-Hazlo, va, de verdad, no pasará nada malo, confía en -me apresuró ella con un pañuelo en las manos, y después de muchas quejas por mi parte, me cubrió los ojos con el antes de subir a su coche 

El trayecto no fue tan corto como esperaba, pero cuando Neus me ayudó a bajar de su flamante coche, sentí el suave sonido de los árboles rozando con el viento y el olor de rosas y naturaleza provocaron en mí, una tranquilidad inmediata, incluso con los ojos cerrados intenté imaginar una discoteca allí en medio, pero la falta de ruido en el ambiente me hizo desconfiar.



- Neus? -Pregunté pero antes de que nadie me contestara sentí un aliento en mi nuca.
No sé si me asusté, más bien no sé si mi mente o mi corazón se asustaron pero mi cuerpo estaba extrañamente tranquilo, calmado, como si inconscientemente él ya supiera que aquí estaba seguro. Una mano cálida envolvió una de las mias para después de acariciarlas por unos segundos estirar levemente de ellas para hacerme avanzar.

- Neus?-Pregunté en voz baja como si temiera que el poseedor de esa mano me escuchara, pero él siguió tirando de mis manos con suavidad, el rugido del motor de mi amiga me anunció que ya no se encontraba aquí, enviando un escalofrío en mi columna vertebral y así teniendo por fin una reacción natural en mi cuerpo. Intenté tirar el pañuelo que obstruía mi visión pero otra mano me impidió.

Y ese ser que me guiaba se detuvo de pronto, volví a notar su respiración en mi nuca y unos labios depositar un suave beso en mi cuello, y, incluso con los ojos vendados, mis ojos, se cerraron al dulce contacto de esos labios, y una ligera sonrisa se formó en mi rostro al sentir una barba desarreglada rozar mis hombros desnudos.

- Alex, eres tú?-Murmuré presa de una tranquilidad agradable, segura y extraña.

-Shh-susurró aquella persona, pero ya era demasiado tarde, lo quería demasiado como para que mi corazón no distinguiera su sonido, sonreí. Su dedo se puso en mis labios suavemente y sus labios rozaron esta vez mi nariz. Mis pies se sentían flácidos, no tocaba tierra, era más bien como estar sobre una nube, temí caer en cualquier momento. Casi por instinto hice mi cuello atrás y una risa inundó mis sentidos, su risa.

Sus labios se acercaron a mi oído y mi cuerpo estalló en escalofríos, mi estómago en un campo de mariposas, "te quiero princesa" me susurró al oído mientras desataba el pañuelo de mis ojos. Y fue en ese momento, en el que sus labios bajaron por mi cuello, cuando mis ojos vieron el campo que mi olfato había captado y donde aquí estaba extendido el olor de rosas que me había llamado tanto la atención.

Había escrito un "te quiero" con cientos y cientos de capullos de rosas rojas extendidos por el campo, rosas rojas como su amor por mí, como mi amor por él, como nuestro amor, que seguía vivo como el fuego.

- "Me lanzaré al fuego por tu dulce amor" .- me susurró Alex, citando Shakespeare, el sueño de una noche de verano, el libro que había unido nuestro camino. Y al fin mis labios volvieron a saborear los suyos.

Porque cuando alguien a quien quieres se va, intentas detenerlo con las manos, y esperas atrapar así también su corazón. Pero no es así. El corazón tiene piernas que no ves.